Tras dirigir la interesante pero (a mi
gusto) un tanto farragosa El reino de los cielos (2005), el bueno de
Ridley Scott quería alejarse un poco de las producciones
mastodonticas y rodar algo mas ligerito ya que “no había hecho
mucho en cuanto a comedia” y parecía ser una buena oportunidad
para “seguir desafiándome” y, ¿que mejor manera que hacerlo a
exactamente ocho minutos de tu propia casa? Pues eso hizo Scott.
En 2005, Scott llevaba viviendo en una
casa de la Provenza francesa 15 años y como quería filmar allí la
presidenta de su productora Scott Free, Lisa Ellzey, le recomendó
que se leyera las obras literarias del autor Peter Mayle, quien había
escrito libros superventas ambientados en el sur de Francia. Scott
contacto con Mayle pero este no estaba por la labor de escribir un
guion de cine así que escribió un nuevo libro tras discutir una
trama cinematográfica con Scott y este contrato los servicios del
guionista Marc Klein, que tan solo había trabajado como guionista en
la maravillosa comedia romántica Serendipity (Peter Chelsom, 2001)
con la encantadora y jodidamente atractiva Kate Beckinsale para
adaptar la obra de Mayle y de paso hacer algunos cambios en la trama
para, según sus palabras “hacerla mas parecida a una película”.
La trama nos presenta a Max Skinner
(Russell Crowe) es un corredor de bolsa exitoso residente en Londres
que recibe en herencia un viñedo francés de su tío Henry (Albert
Finney). Cuando viaja hasta allí se encuentra con un château para
restaurar; conoce a la dueña de un restaurante, de la que se enamora
(Marion Cotillard) y a una californiana (Abbie Cornish) que dice ser
la hija ilegítima de Henry. Max llega con la clara intención
inicial de vender el viñedo lo más rápidamente, pero poco a poco
empieza a recordar los buenos tiempos que pasó en el "Chateau",
disfrutar de la vida más calmada y mejor alejado de la presión
diaria de los negocios, lo que hará que dude de su idea original. Al
fin y al cabo, la vida es vivir bien, amar, comer bien y tener un
buen año.
Pero claro, Scott es perro viejo y no
iba a hipotecar su futuro por el capricho de rodar al lado de su
casa, así que se fue guion en mano y llamo a la puerta de varias
productoras para que soltasen pasta y no fuese el solo quien se
dejase el parné. Entre las productoras que aceptaron financiarle
estaban Ingenious Film Partners, productora de El secreto de Vera
Drake (Mike Leigh, 2004), Desayuno en Pluton (Neil Jordan, 2005) o
X-Men: La decisión final (Brett Ratner, 2006), Dune Entertainment,
Major Studio Partners, que venia de producir En la cuerda floja
(James Mangold, 2005), Gracias por fumar (Jason Reitman, 2005) o
Tristan e Isolda (Kevin Reynolds, 2006) y la todopoderosa Fox 2000
Pictures que se encargo también de la distribución.
Para componer la banda sonora, Scott
acudió a uno de los pupilos de Hans Zimmer, el también alemán Marc
Streitenfled, el cual ya había trabajado como editor musical en
alguna de las bandas sonoras que Zimmer había compuesto para Scott y
al que ahora daba su oportunidad para lucirse como compositor
principal. A mi el resultado en esta película no es que me guste
mucho, me parece que mas allá de las canciones que no son suyas, la
banda sonora pasa prácticamente de puntillas y sin destacar, pero
supongo que a Scott le agrado el resultado ya que tras esta Un buen
año volvieron a colaborar en American Gangster (2007), Red de
mentiras (2008), Robin Hood (2010) y Prometheus (2012).
La dirección de fotografía se le
encargo al especialista en videoclips musicales Philippe Le Sourd,
que ha trabajado con gente como Gary Barlow, Jennifer Lopez, U2,
Madonna o Dua Lipa, pero que al cine se ha aproximado en contadas
ocasiones: Siete almas (Gabriele Muccino, 2008), The Grandmaster
(Wong Kar-Wai, 2013) y La seducción (Sofia Coppola, 2017) y que aquí
mas allá de iluminar muy bien los viñedos y los atardeceres
franceses tampoco destaca mucho.
La película se rodó entre Francia
(Chateau la Canorgue, Bonnieux, Vaucluse, Cucuron, Chateau les
Eydins, Hotel le Renaissance, Gordes, Ménerbes, Marseille Provence
airport, Bouches-du-Rhône, Provence-Alpes-Côte d'Azur) e Inglaterra
(Bloomberg Offices, Finsbury Square, Broadgate, London, Albion
Riverside, Battersea Bluebird Cafe, Kings Road, Chelsea, Lloyd's
Building, Lime Street, Broadgate, Piccadilly Circus, Swiss Re Tower -
The Gherkin, St. Mary Axe) tuvo un presupuesto de unos 35 millones de
dolares y tan solo recaudo a nivel mundial 42, convirtiéndose en un
autentico fiasco que hizo que Scott y Crowe se dejasen de comedias y
tonterías.
De ensamblar al reparto se hicieron
cargo la francesa Antoinette Boulat, que ya había hecho lo propio en
la anterior película de Scott, El reino de los cielos (2005) y la
inglesa Jina Jay, que había trabajado en producciones como Billy
Elliot (Stephen Daldry, 2000), Los Otros (Alejandro Amenabar, 2001),
Zombies Party (Edgar Wright, 2004), Harry Potter y el prisionero de
Azkaban (Alfonso Cuarón, 2004) o Crimen organizado (Matthew Vaughn,
2004) y que también venia de colaborar con Scott en El reino de los
cielos.
Para interpretar a Max se pensó
originalmente en Aaron Eckhart, pero este declino la oferta para
poder trabajar junto a Brian De Palma en la chapucera La dalia negra
(2006), así que le ofrecieron el papel a Russel Crowe que no
trabajaba con Scott desde que ganara su Oscar por Gladiator y que
declaro que era una buena oportunidad para reencontrarse tras esta ya
que “parecía mas divertido ir a este lugar mas pequeño, donde los
problemas no eran tan grandes”. Crowe, a mi parecer, aporta carisma
y presencia, pero no llega a gustarme como actor en esta película,
creo que el tono cómico-romanticon le viene demasiado grande o quizá
sea que su papel no esta bien escrito o desarrollado. En fin, que a
mi no me convence. Para interpretar a Fanny, la camarera lugareña
por la que el personaje de Crowe deja todo su mundo para instalarse
en la provenza y vivir la buena vida se contrato a la francesa Marion
Cotillard, que por aquel entonces tenia una consolidada carrera en
Francia y había hecho un pequeño papel tres años antes en Big Fish
(Tim Burton, 2003), pero que no seria hasta un año mas tarde cuando
lo petaría a nivel internacional gracias a su papel de Edith Piaf en
La vida en rosa (Olivier Dahan, 2007) que le otorgaría el Oscar a
mejor actriz convirtiéndose en la primera actriz francesa en ganar
el Oscar a mejor interpretación por un papel hablado en francés y,
de ahí, al estrellato.
Para interpretar (en flashbacks) al Tio
Henry se eligió al veterano Albert Finney, que también venia de
trabajar a las ordenes de Tim Burton en Big Fish y que tras esta aun
le dio tiempo a trabajar en cinco buenas películas, Amazing Grace
(Michael Apted, 2006), El ultimátum de Bourne (Paul Greengrass,
2007), Antes que el diablo sepa que has muerto (Sidney Lumet, 2007),
El legado de Bourne (Tony Gilroy, 2012) y Skyfall (Sam Mendes, 2012),
antes de su muerte el 7 de febrero de 2019.
Tom Hollander, que estaba recién
salido de Orgullo y Prejuicio (Joe Wright, 2005) y Piratas del
Caribe: El cofre del hombre muerto (Gore Verbinski, 2006) se hizo con
el papel de Charlie Willis, abogado de Max. Archie Panjabi, vista en
El jardinero fiel (Fernando Meirelles, 2005) y que tres años después
daría vida a la iconica Kalinda Sharma en la serie de televisión
The Good Wife (2009-2015) encarnaba a Gemma, la secretaria de Max.
Freedie Highmore, reconocido por
interpretar a Norman Bates en The Bates Motel (2013-2017) y al doctor
Shaun Murphy en The Good Doctor (2017-2020) se hizo con el papel del
joven Max en los flashbacks. Y la traca fuerte para el final, porque
si, de primeras me acerque a la película porque era de Ridley Scott
y Russell Crowe, pero principalmente me atraía verla por ver a la
preciosa Marion Cotillard, pero sin comerlo ni beberlo me tope con la
presencia de Abbie Cornish, actriz a la que le sigo la pista desde
que la vi en Sucker Punch (Zack Snyder, 2011) y me hizo tilin y
tolon. Pues bien, no tenia ni puta idea de su presencia en el film
hasta que vi su nombre en los títulos de crédito, alegría que me
lleve de gratis, y tras su aparición en la película como la hija no
reconocida de Henry me olvide por completo de Cotillard, de Crowe, de
la provenza y de la película y todos mis sentidos se centraron en
una Cornish que por entonces rondaba unos tiernos y alegres 24 añitos
y que cada vez que salia en pantalla me dejaba obnubilado. Sale
preciosa y embaucadora en cada plano, pero tiene un par de escenas en
bikini que son para enamorarse y rendirse ante sus encantos y no sigo
porque se me va de las manos. En fin... que la película se deja ver,
pero para mi gusto podría haber dado muchísimo mas de si ya que
todo el asunto en plan “aprendizaje vital” sucede tan
apresuradamente que apenas da tiempo a empatizar con el hijo de perra
de Max, ademas el romance entre los protagonistas es un tanto
increíble por apresurado (nuevamente) ya que el es un cabrón
solitario y adicto al curro que no quiere compromisos y ella según
dicen es jodidamente complicada de conquistar, pero mira tu por donde
que con un par de encuentros ya están los dos totalmente rendidos a
los efluvios del amor. 4/10