Apenas unos meses después del éxito
cosechado por Pesadilla en Elm Street (Wes Craven, 1984), que recaudo
a nivel mundial 25 millones de dolares partiendo de un presupuesto
que no llegaba a 2, el productor y fundador de New Line Cinema,
Robert Shaye se puso manos a la obra para producir la secuela y para
ello contrato los servicios de David Chaskin, guionista que debutaba
en cine con este encargo y que mas adelante escribiría los libretos
de otras películas de terror como Granja maldita (David Keith, 1987)
o Lecturas diabólicas (Tibor Takacs, 1989). Chaskin, en lugar de
continuar la historia de la única superviviente de la primera
película, Nancy (Heather Langenkamp), se centro en contar la
historia de los nuevos residentes de la antigua casa de Elm Street de
Nancy, uniéndose a una gran tradición de secuelas de terror que
ignoran a los supervivientes de la entrega anterior y de paso añadió
novedades como que esta vez Freddy Krueger no atacaría a sus
victimas en los sueños, sino que poseería el cuerpo de un joven
para poder asesinar a su antojo en la vida real, ademas de añadirle
matices y un subtexto homoerotico que los productores inicialmente
negaron que fuera intencional, pero que el propio Chaskin admitió
años mas tarde que fue escrito intencionalmente para darles mas
profundidad a los personajes. Una vez escrito el guion se le ofreció
a Wes Craven la oportunidad de dirigir la secuela, pero Craven
rechazo la oferta ya que nunca quiso o tuvo la intención de
convertir la película en una franquicia y no le gusto nada el guion
que le presentaron y la idea de que Freddy Krueger saliese de los
sueños y matase “en la vida real” a través de poseer el cuerpo
de un joven, así que dijo ¡Hasta luego, Lucas! Y se fue a dirigir
la Tv Movie Hibernado vivo (1985), al año siguiente volvió al cine
con Amiga Mortal (1986) y no regreso a la franquicia hasta la séptima
entrega; La nueva pesadilla de Wes Craven (1994).
Eliminado de la ecuación Craven había
que encontrar un sustituto y el elegido fue Jack Sholder, que había
debutado tres años antes con la también película de terror Solos
en la oscuridad (1982) protagonizada por Jack Palance, Donald
Pleasence, Martin Landau y Dwight Schultz (mítico “Murdock” de
“El equipo A”) y que pese a ser una basurilla había dejado buen
sabor de boca en la industria y a partir de ahí, Sholder se
especializaría en el genero con productos como Hidden (1987),
Wishmaster 2: El mal nunca muere (1999) o Arachnid (2001). A mi su
trabajo como director en esta entrega de Pesadilla me parece muy
rudimentario y nada destacable y de su filmografia podría decir lo
mismo, a la única película suya que le tengo cierto cariño es al
actioner Renegados (1989), protagonizada por Kiefer Sutherland, Lou
Diamond Phillips y la guapísima Jamie Gertz y que me trae buenos
recuerdos de juventud.
De la fotografía, también muy
regulera y que se limita a cumplir, se hicieron cargo a cuatro manos
Jacques Haitkin, que venia de trabajar en la primera entrega de la
saga y que volvió a trabajar con Sholder en Hidden (1987) y con Wes
Craven en Shocker, 10.000 voltios de terror (1989) y Christopher
Tufty, que era su segunda película como director de fotografía pero
que tenia una larga experiencia en la segunda unidad en películas
como Piraña (Joe Dante, 1978), El señor de las bestias (Don
Coscarelli, 1982) o Repo Man (Alex Cox, 1984).
Como curiosidad decir que la New Line
se jugaba mucho con esta secuela ya que no andaba muy bien de dinero
por esa época y Robert Shaye, el jefe del estudio, se jugo el todo
por el todo con ella llegando a inmiscuirse en la producción a saco,
micro-gestionando todos los aspectos de esta, pasándose por el forro
al director (cosa que casi les lleva a las manos) y ajustando la
fecha de estreno al limite (menos de un año después del estreno de
la primera parte) hecho que disparo la tensión en el set y que
eternizo las horas de rodaje. Al final la película fue rentable,
acumulando una taquilla de 30 millones de dolares alrededor del mundo
y dejando unos beneficios de 12 millones para el estudio con lo que
remontaron la paupérrima situación financiera y con ese flujo de
dinero en efectivo New Line pudo seguir produciendo y despego gracias
a películas como Phenomena (Dario Argento, 1985), Critters (Stephen
Herek, 1986) y sus secuelas, Hairspray (John Waters, 1988), Rebelión
en las ondas (Allan Moyle, 1990), Tortugas Ninja (Steve Barron, 1990)
y secuelas, Mi Idaho Privado (Gus Van Sant, 1991), Glengarry Glen
Ross (James Foley, 1992), El cortador de césped (Brett Leonard,
1992), Amor a quemarropa (Tony Scott, 1993), Dos tontos muy tontos
(Peter & Bobby Farrelly, 1994), La mascara (Chuck Russell, 1994),
Seven (David Fincher, 1995) y así hasta llegar a la trilogía de El
Señor de los Anillos de Peter Jackson y petarlo de manera
estratosferica.
Para encargarse de la banda sonora de
la película se contrataron los servicios de Christopher Young, que
venia de trabajar en dos películas cutre-salchicheras de serie b que
personalmente me apasionan como La Reina de Barbaria (Hector Olivera,
1985) y Ruedas de fuego (Ciro H. Santiago, 1985) y que mas adelante
trabajaría en Hellraiser (Clive Barker, 1987) y sus secuelas, la
maravillosa y olvidada Bat-21 (Peter Markle, 1988) con un genial Gene
Hackman huyendo de Vietnam gracias a su conocimiento del golf (y del
gran Danny Glover), aquel vehículo de acción diseñado para Brandon
Lee llamado Rapid Fire (Dwight H. Little, 1992), la gran Species
(Roger Donaldson, 1995) con aquel reparto tan molón y noventero en
el que estaban la bellisima Natasha Henstridge, Forest Whitaker,
Michael Madsen, Ben Kingsley, Alfred Molina y Marg Helgenberger, la
pequeña joyita Asesinato en la Casa Blanca (Dwight H. Little, 1997)
que reunió los músculos y el carisma de Wesley Snipes, la belleza y
elegancia de Diane Lane y la ironía de Dennis Miller o La Trampa
(Jon Amiel, 1999) con Sean Connery intentando no romperse la cadera y
Catherine Zeta Jones marcando tipazo con trajes de licra ajustados.
Para encargarse de los efectos de
maquillaje se pensó en contratar de nuevo a David B. Miller, que
había diseñado el maquillaje de Freddy para la película original,
pero por problemas de agenda, tenia compromisos con Cocoon (Ron
Howard, 1985) y Mi proyecto científico (Jonathan R. Betuel, 1985) no
pudo hacerse cargo y se contrato a Kevin Yagher, que venia de
trabajar en Viernes 13: Capitulo final (Joseph Zito, 1984) y bajo
las ordenes del inefable Albert Pyun en Sueños radioactivos (1985).
Yagher solo tenia unas pocas fotos y la película original como
referencia, por lo que rediseño el aspecto de Freddy basándose en
imágenes de victimas de quemaduras y volvió a encargarse del
maquillaje en Pesadilla en Elm Street 3: Los guerreros del sueño
(Chuck Russell, 1987), Pesadilla en Elm Street 4: El amo del sueño
(Renny Harlin, 1988), la serie de televisión Las pesadillas de
Freddy (1988-1999) y luego trabajo en películas como Los chicos del
maíz 3: La cosecha urbana (James D.R. Hickox, 1995), Hellraiser 4:
El final de la dinastía sangrienta (1996), que también dirigió
bajo el seudónimo de Alan Smithee (seudónimo que se suele utilizar
cuando no quieres que tu nombre figure en los créditos, ya sea por
desavenencias o por vergüenza) o El club de los vampiros (Gilbert
Adler, 1996).
El diseño de producción corrió a
cargo de Gregg Fonseca, que había trabajado en la primera película
y que diseño todos los sets que se ven en esta segunda parte, pero
renuncio justo antes del comienzo de la filmación, alegando que la
producción era demasiado apresurada y que su departamento en
particular estaba severamente subfinanciado, así que la directora de
arte Maggie Martin asumió el papel de Fonseca durante la fotografía
principal.
Para encontrar al elenco de la película
se recurrió a la directora de casting Annette Benson que había
hecho lo propio en la primera película y que también lo haría en
la 3ª, la 4ª y la 5ª entrega de la saga. Traer de nuevo a Robert
Englund para interpretar a Freddy Krueger parecía obvio, pero
Englund pidió un aumento de sueldo y la New Line lo mando a tomar
por culo y contrataron a un extra para que encarnase a Krueger al mas
puro estilo de los psychokillers enmascarados, mudos e impersonales
tipo Jason Voorhees (Viernes 13) o Michael Myers (Halloween), pero
tras dos semanas de rodaje el productor Robert Shaye se dio cuenta de
que el extra en oposición a la actuación física de Englund no daba
la talla y aceptaron todas las demandas económicas de Englund para
que volviese a empuñar el guante con cuchillas, el sombrero y el
jersey de colores.
Una vez con Englund de nuevo en el
redil había que contratar a los que serian los protagonistas (y
victimas) de la película. Para el papel de Jesse Walsh se pensó en
Michael J. Fox, pero este declino la oferta debido a sus compromisos
con Regreso al futuro (Robert Zemeckis, 1985) y Teen Wolf (Rod
Daniel, 1985). Tras la negativa de Fox se le hicieron pruebas a Brad
Pitt, por aquel entonces un desconocido sin experiencia, que no
convenció a los productores pero al que rescataron para participar
en el episodio Black Tickets (1989) de la serie de televisión Las
pesadillas de Freddy. También se probo a John Stamos, que por aquel
entonces era un habitual en la serie Dreams (1984) pero que tampoco
cuajo. Por el casting también paso Christian Slater y como los otros
dos tampoco convenció ni a productores ni a director. El que si
convenció en su prueba de casting fue Mark Patton, un joven actor
que había tenido muy buenas criticas en Broadway con la obra de
teatro Vuelve a la tienda de baratijas, Jimmy Dean y que daría al
salto con la adaptación de dicha obra al cine a cargo de Robert
Altman en 1982, paradojicamente resulta que Patton se había
presentado al casting de la primera Pesadilla en Elm Street para
interpretar a Glen, papel que finalmente se adjudico a Johnny Depp.
Otra debutante, Kim Myers, se
encargaría de dar vida a Lisa Webber, se rumorea que a Myers tan
solo la contrataron por su parecido a Meryl Streep, pero vete tu a
saber... lo cierto es que Myers tras su debut no hizo nada
destacable, mas allá de muchos episodicos en series de televisión y
su participación en la cuarta entrega de Hellraiser; El final de la
dinastía sangrienta y, supongo que porque la dirigió, como hemos
dicho antes, Kevin Yagher, el encargado de el maquillaje en esta
Pesadilla en Elm Street 2.
Robert Rusler, que venia de trabajar en
La mujer explosiva (John Hughes, 1985) y que al año siguiente
interpretaría a Tommy Hook en una película que a mi me encanta como
es Thrashin´, patinar o morir (David Winters, 1986) se hizo con el
papel de Ron Grady, que por cierto dicen que fue Robert Downey Jr,
con el que trabajaba en La mujer explosiva, quien le llevo al
casting. Y, para rematar el casting tenemos a Kerry, interpretada por
Sydney Walsh, que estaba a punto de abandonar Los Ángeles después
de varios intentos fallidos de comenzar su carrera y que tras ser
elegida para este papel encadeno proyectos televisivos y participo en
un par de películas importantes de los 90 como la comedia Tres
hombres y una pequeña dama (Emile Ardolino, 1990) junto a Tom
Selleck, Steve Guttenberg y Ted Danson y la maravillosa Le llaman
Bodhi (Kathryn Bigelow, 1991)
La saga de Pesadilla en Elm Street me
acompaño durante toda mi infancia y mas de una noche me dejo sin
poder dormir, pero vista esta (inevitable) secuela hoy en día he de
decir que me ha decepcionado bastante. Freddy sigue molando y los
efectos especiales y de maquillaje mas de lo mismo, pero el resto de
la película (¿Freddy saliendo de los sueños? Venga ya.) se me ha
hecho bastante duro de ver, incluso me he aburrido soberanamente
durante buena parte de la película. Pero en fin, es una película a
la que le sigo teniendo cariño y se ve con agrado. 5/10