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sábado, 1 de agosto de 2020

Seduciendo a un extraño (James Foley, 2007)



Vi esta película cuando se estreno y no recordaba nada de ella (o mi cerebro quiso olvidarla), así que decidí darle un segundo visionado, estando Bruce Willis y Halle Berry valdría la pena, me dije. Error.
En su día se vendió como un “thriller con alta carga erótica” y tras verlo no he visto ni rastro de esa carga erótica, a no ser que te de para paja intuir las tetas de Berry bajo un elegante vestido, que todo puede ser, claro.
De dirigir este soso y ridículo thriller se hizo cargo el anteriormente competente James Foley, que tras dedicarse a rodar videoclips para Madonna o Deep Purple se paso al cine dirigiendo películas cuanto menos interesantes (y decentes) como Glengarry Glen Ross: Éxito a cualquier precio (1992), Camara sellada (1996), The Corruptor (1999) o Confidence (2003) y últimamente anda con las secuelas de Cincuenta sombras de Grey, vamos, que de mal en peor.
El “brillante y astuto” guion, basado en una idea de Jon Bokenkamp, que venia de escribir otro convencional thriller llamado Vidas ajenas (D.J. Caruso, 2004) del que tan solo recuerdo las firmes y deliciosas tetas de Angelina Jolie, se encargo Todd Komarnicki, escritor y director del drama ambientado en la segunda Guerra Mundial, Resistencia (2003) que ni he visto ni me apetece, pese a que este protagonizado por el gran y añorado Bill Paxton.
La trama nos presenta a la periodista Rowena Price (Halle Berry) que, siguiendo las pistas del asesinato sin resolver de una amiga de la infancia, decide investigar por su cuenta y con la ayuda de su compañero de trabajo Miles Haley (Giovanni Ribisi) al principal sospechoso, un famoso publicista llamado Harryson Hill (Bruce Willis).
En fin, que Bokenkamp y Komarnicki se fueron con su guion bajo el brazo y empezaron a llamar puerta por puerta a ver a que productor o estudio podían engañar. El primero en picar fue Ron Bozman, que en los primeros 90´s había producido El silencio de los corderos (Jonathan Demme, 1991) y supongo que le comieron la oreja diciéndole que este iba a ser un thriller a la altura, el siguiente en caer en la trampa fue Charles Newirth, que venia de producir dos basurillas dirigidas por Joe Roth como la comedia con Tim Allen, Una navidad de locos (2004) y el drama criminal El color del crimen (2006) con Julianne Moore y Samuel L. Jackson y al oír las palabras “thriller” y “erótico” junto al nombre de Halle Berry saco la billetera sin rechistar tras eyacular pensando en los beneficios o en (por lo menos) verle las ubres a Berry y, como no hay dos sin tres, también mordió el anzuelo Deborah Schindler, productora que había debutado junto a Martin Scorsese en ¡Jo, que noche! (1985) y cuya carrera a partir de ahí fue cuesta abajo y sin frenos gracias a mierdas del calibre de Esperando un respiro (Forest Whitaker, 1995), Sucedió en Manhattan (Wayne Wang, 2002) o La sonrisa de Mona Lisa (Mike Newell, 2003). Los productores soltaron a través de Revolution Studios unos 60 millones de dolares y al final de su andadura por los cines de todo el planeta recaudaron la irrisoria cifra de 73 millones, con lo que perdieron un pastizal y se quedaron con las billeteras tiritando.
Para hacerse cargo de la fotografía principal se contrataron los servicios de Anastas N. Michos con quien Schindler ya había trabajado previamente en La sonrisa de Mona Lisa y de la banda sonora se encargo el brasileño Antonio Pinto que venia de crear la música en películas como Ciudad de Dios (Fernando Meirelles, 2002) o El señor de la guerra (Andrew Niccol, 2005) y que aquí no va mas allá de crear una música rutinaria y nada destacable. Estaba previsto que la película transcurriese en Nueva Orleans, pero durante la preproducción hizo acto de presencia el huracán Katrina y el guion fue reescrito rápidamente para tener lugar en Nueva York, que es donde transcurrio el rodaje en su totalidad. Lastima que no les pillase el huracán en pleno rodaje y acabase con la producción de la película, me habría ahorrado un tiempo precioso o lo podría haber empleado en algo mas constructivo como hacerme una paja.
Para darle fuste a la película se contrato a dos estrellas de renombre como Bruce Willis y Halle Berry. Willis, que venia de rodar la magnifica 16 Calles (Richard Donner, 2006) y que aquí lo único que hace es poner su medio-sonrisa-canallita y poco mas, estaba a punto de entrar en barrena y empezar a meterse en cualquier proyecto que le ofreciesen con tal de tener liquidez para mantener los gastos de su piscina y este fue uno de los primeros pasos que dio para meterse de lleno en el barro con mierdas como Vaya par de polis (Kevin Smith, 2010), Situación limite (Aaron Harvey, 2011), Doble o nada (Stephen Frears, 2012), La fría luz del día (Mabrouk El Mechri, 2012), Vice (Brian A. Miller, 2015) y toda la ristra de basuras directas a DVD o VOD que vinieron en los años posteriores. Y, Halle Berry, que venia de recomponerse de los batacazos de Gothika (Mathieu Kassovitz, 2003) y Catwoman (Pitof, 2004) gracias a su papel-paga-facturas de Tormenta en X-Men: La decisión final (Brett Ratner, 2006). En cuanto a los secundarios tan solo vale la pena nombrar a Giovanni Ribisi, que interpreta al amigo enamorado en secreto de la protagonista y que como es habitual en el hace un papel de pirado.
Resumiendo, la película tiene un arranque interesante, pero a medida que pasan los minutos se va yendo todo a la mierda y sin frenos y al final lo único que la hace soportable es la presencia de Halle Berry y cierta escena en la que se viste de gala y nos deja entrever su generosa dote pectoral. Por lo demás, un autentico truño. 3/10

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