Vi esta película cuando se estreno y
no recordaba nada de ella (o mi cerebro quiso olvidarla), así que
decidí darle un segundo visionado, estando Bruce Willis y Halle
Berry valdría la pena, me dije. Error.
En su día se vendió como un “thriller
con alta carga erótica” y tras verlo no he visto ni rastro de esa
carga erótica, a no ser que te de para paja intuir las tetas de
Berry bajo un elegante vestido, que todo puede ser, claro.
De dirigir este soso y ridículo
thriller se hizo cargo el anteriormente competente James Foley, que
tras dedicarse a rodar videoclips para Madonna o Deep Purple se paso
al cine dirigiendo películas cuanto menos interesantes (y decentes)
como Glengarry Glen Ross: Éxito a cualquier precio (1992), Camara
sellada (1996), The Corruptor (1999) o Confidence (2003) y
últimamente anda con las secuelas de Cincuenta sombras de Grey,
vamos, que de mal en peor.
El “brillante y astuto” guion,
basado en una idea de Jon Bokenkamp, que venia de escribir otro
convencional thriller llamado Vidas ajenas (D.J. Caruso, 2004) del
que tan solo recuerdo las firmes y deliciosas tetas de Angelina
Jolie, se encargo Todd Komarnicki, escritor y director del drama
ambientado en la segunda Guerra Mundial, Resistencia (2003) que ni he
visto ni me apetece, pese a que este protagonizado por el gran y
añorado Bill Paxton.
La trama nos presenta a la periodista
Rowena Price (Halle Berry) que, siguiendo las pistas del asesinato
sin resolver de una amiga de la infancia, decide investigar por su
cuenta y con la ayuda de su compañero de trabajo Miles Haley
(Giovanni Ribisi) al principal sospechoso, un famoso publicista
llamado Harryson Hill (Bruce Willis).
En fin, que Bokenkamp y Komarnicki se
fueron con su guion bajo el brazo y empezaron a llamar puerta por
puerta a ver a que productor o estudio podían engañar. El primero
en picar fue Ron Bozman, que en los primeros 90´s había producido
El silencio de los corderos (Jonathan Demme, 1991) y supongo que le
comieron la oreja diciéndole que este iba a ser un thriller a la
altura, el siguiente en caer en la trampa fue Charles Newirth, que
venia de producir dos basurillas dirigidas por Joe Roth como la
comedia con Tim Allen, Una navidad de locos (2004) y el drama
criminal El color del crimen (2006) con Julianne Moore y Samuel L.
Jackson y al oír las palabras “thriller” y “erótico” junto
al nombre de Halle Berry saco la billetera sin rechistar tras
eyacular pensando en los beneficios o en (por lo menos) verle las
ubres a Berry y, como no hay dos sin tres, también mordió el
anzuelo Deborah Schindler, productora que había debutado junto a
Martin Scorsese en ¡Jo, que noche! (1985) y cuya carrera a partir de
ahí fue cuesta abajo y sin frenos gracias a mierdas del calibre de
Esperando un respiro (Forest Whitaker, 1995), Sucedió en Manhattan
(Wayne Wang, 2002) o La sonrisa de Mona Lisa (Mike Newell, 2003). Los
productores soltaron a través de Revolution Studios unos 60 millones
de dolares y al final de su andadura por los cines de todo el planeta
recaudaron la irrisoria cifra de 73 millones, con lo que perdieron un
pastizal y se quedaron con las billeteras tiritando.
Para hacerse cargo de la fotografía
principal se contrataron los servicios de Anastas N. Michos con quien
Schindler ya había trabajado previamente en La sonrisa de Mona Lisa
y de la banda sonora se encargo el brasileño Antonio Pinto que venia
de crear la música en películas como Ciudad de Dios (Fernando
Meirelles, 2002) o El señor de la guerra (Andrew Niccol, 2005) y que
aquí no va mas allá de crear una música rutinaria y nada
destacable. Estaba previsto que la película transcurriese en Nueva
Orleans, pero durante la preproducción hizo acto de presencia el
huracán Katrina y el guion fue reescrito rápidamente para tener
lugar en Nueva York, que es donde transcurrio el rodaje en su
totalidad. Lastima que no les pillase el huracán en pleno rodaje y
acabase con la producción de la película, me habría ahorrado un
tiempo precioso o lo podría haber empleado en algo mas constructivo
como hacerme una paja.
Para darle fuste a la película se
contrato a dos estrellas de renombre como Bruce Willis y Halle Berry.
Willis, que venia de rodar la magnifica 16 Calles (Richard Donner,
2006) y que aquí lo único que hace es poner su
medio-sonrisa-canallita y poco mas, estaba a punto de entrar en
barrena y empezar a meterse en cualquier proyecto que le ofreciesen
con tal de tener liquidez para mantener los gastos de su piscina y
este fue uno de los primeros pasos que dio para meterse de lleno en
el barro con mierdas como Vaya par de polis (Kevin Smith, 2010),
Situación limite (Aaron Harvey, 2011), Doble o nada (Stephen Frears,
2012), La fría luz del día (Mabrouk El Mechri, 2012), Vice (Brian
A. Miller, 2015) y toda la ristra de basuras directas a DVD o VOD que
vinieron en los años posteriores. Y, Halle Berry, que venia de
recomponerse de los batacazos de Gothika (Mathieu Kassovitz, 2003) y
Catwoman (Pitof, 2004) gracias a su papel-paga-facturas de Tormenta
en X-Men: La decisión final (Brett Ratner, 2006). En cuanto a los
secundarios tan solo vale la pena nombrar a Giovanni Ribisi, que
interpreta al amigo enamorado en secreto de la protagonista y que
como es habitual en el hace un papel de pirado.
Resumiendo, la película tiene un
arranque interesante, pero a medida que pasan los minutos se va yendo
todo a la mierda y sin frenos y al final lo único que la hace
soportable es la presencia de Halle Berry y cierta escena en la que
se viste de gala y nos deja entrever su generosa dote pectoral. Por
lo demás, un autentico truño. 3/10
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