Bienvenidos.

sábado, 30 de enero de 2016

Smoke (1995)


Título Original: Smoke
Año: 1995
Duración: 112 Minutos
País: Estados Unidos
Director: Wayne Wang
Guión: Paul Auster
Música: Rachel Portman
Fotografía: Adam Holender
Reparto: Harvey Keitel, William Hurt, Forest Whitaker, Harold Perrineau Jr, Stockard Channing, Ashley Judd, Giancarlo Esposito, Victor Argo, Erica Gimpel, Jared Harris.
Productora: Miramax
Género: Drama
Sinopsis: Brooklyn, verano de 1990. Algunas personas que frecuentan el estanco de Auggie Wren (Harvey Keitel) le confían sus problemas. La rocambolesca historia de cómo consiguió su cámara fotográfica y de por qué se decidió a elaborar su singular colección de fotografías le dará por fin un argumento a Paul Benjamin (William Hurt), un prestigioso novelista que atravies una crisis. Por su parte, Paul ayudará a Rashid (Harold Perrineaud Jr.), un adolescente negro bastante desorientado que busca a su padre (Whitaker).

Hacía tiempo que andaba con ganas de meterme una buena dosis de Harvey Keitel entre pecho y espalda y para empezar el ciclo que mejor que Smoke (Wayne Wang, 1995). El director en perfecta sintonía con el escritor y cineasta Paul Auster nos presentan una historia como la vida misma. Auggie Wren (Harvey Keitel) es el propietario de un estanco en Nueva York, además de fotógrafo amateur, por su negocio pasan todo tipo de personajes del vecindario, allí, entre cigarros, caladas y humos charlan sobre lo divino y lo humano. Uno de los sospechosos habituales del local es Paul Banjamin (William Hurt), un escritor venido a menos que sufre un colapso literario desde la trágica muerte de su mujer unos años atrás, Rashid (Harold Perrineau, Jr.) aparece por casualidad en la vida de Paul para salvarle la vida, Paul a cambio le ofrece su casa para pasar unas noches y así entablan una amistad, a Rashid le gusta dibujar, pero su máxima motivación es encontrar a un padre (Forest Whitaker) que desapareció de su vida hace mucho tiempo. La vida de estos cuatro personajes acabara cruzándose para contarnos una historia de amistad, secretos, humo, tabaco, puros cubanos, amores pasados e hijas desconocidas, tranvías, charlas entre caladas, pantalones cortos, chancletas, fotografías parecidas pero no similares y calor, mucho calor.
El día a día de una ciudad cualquiera –en este caso Nueva York- en un momento cualquiera –verano de 1990- y de unas personas cualquiera, Wang y Auster nos presentan el presente de unos personajes a los que vemos en nuestro día a día y a los que no prestamos atención, unos personajes con un presente y un pasado que se nos va desvelando poco a poco y que pese a no conocerlos los sentimos como propios, porque las historias que nos cuenta Smoke podrían ser nuestras historias perfectamente, a mi no me la meten doblada, estos personajes no están interpretados, ese estanco existe, al igual que existe Paul Banjamin o la gasolinera de Whitaker, lo único que ha hecho Wang es ir allí y grabarlos, porque ellos ya existían cuando las cámaras llegaron hasta ellos y por supuesto seguirán existiendo una vez se vayan ya que esto es la vida en estado puro. Una magnífica película cargada de magia –por llamarlo de alguna manera- y con un final apoteósico, escuchar a Keitel contándole a Hurt su “cuento de navidad” cara a cara mientras fuman como condenados es jodidamente maravilloso, por no hablar de ese zoom, para mi uno de los mejores de la historia del cine, puede que para mucha gente la película este sobrevalorada, pero a mí me emociona cada vez que la veo sin necesidad de sensiblería barata, Keitel lo borda –este tío nunca falla-, Hurt esta sublime y yo quiero tener un estanco como el de Auggie y pasar los días charlando entre calada y calada.

8 / 10 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario