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martes, 19 de octubre de 2021

Nunca te prometí un jardín de rosas (Anthony Page, 1977)

 


Tras el rotundo éxito de Alguien voló sobre el nido del cuco (Milos Forman, 1975), el inefable Roger Corman, director y productor que me ha hecho pasar momentos auténticamente gloriosos delante de una pantalla con gozadas como Cannonball (Paul Bartel, 1976), Ilsa, la tigresa de Siberia (Jean LaFleur, 1977), Piraña (Joe Dante, 1978), Saint Jack (Peter Bogdanovich, 1979), Puño desnudo (Cirio H. Santiago, 1981), La galaxia del terror (Bruce D. Clark, 1981) El ultimo guerrero (James Sbardellati, 1983) o Tygra: Hielo y fuego (Ralph Bakshi, 1983), pudo finalmente conseguir la financiación necesaria para adaptar de manera sublime el libro autobiográfico “I never promised you a Rose Garden” escrito por Joanne Greenberg en 1964 y que es una representación de la esquizofrenia contada por una esquizofrenica y crear una autentica maravilla que por desgracia a día de hoy esta semiolivada.
Corman se asocio al productor Daniel H. Blatt, que venia de producir tres TV Movies; Brigada anti-secuestro (Irvin Kershner, 1976), Un circulo de niños (Don Taylor, 1977) y Pánico en Echo Park (John Llewellyn Moxey, 1977) y que mas tarde destacaría ejerciendo labores de producción en productos de terror como Aullidos (Joe Dante, 1981) o Cujo (Lewis Teague, 1983), en una película de acción ramplona a la que le tengo mucho cariño, Rescate infernal (Stuart Rosenberg, 1986) o en la mítica serie de televisión “V” (1984-1985) y bajo el manto de New World Pictures, productora que tenia en su haber títulos tan apetecibles y olvidados como The Student Nurses (Stephanie Rothman, 1970), The Big Doll House (Jack Hill, 1971), Women In Cages (Gerardo De Leon, 1971), Night Call Nurses (Jonathan Kaplan, 1972), Dulce y Peligrosa (Andy Sidaris, 1973), Tender Loving Care (Don Edmonds, 1973), The Arena (Steve Carver, 1974), La cárcel caliente (Jonathan Demme, 1974), TNT Jackson (Ciro H. Santiago, 1974), La celda de la violación (Michael Miller, 1976) o con mas caché como Dersu Uzala (Akira Kurosawa, 1975), Rabia (David Cronenberg, 1977) y a las que siguieron producciones del nivel de La habitación verde (Fraçoise Truffaut, 1978), Sonata de otoño (Ingmar Bergman, 1978), El tambor de hojalata (Volker Schlöndorff, 1979), Fitzcarraldo (Werner Herzog, 1982) o mas tarde, éxitos ochenteros como Jóvenes Ocultos (Joel Schumacher, 1987), Hellraiser (Clive Barker, 1987), Elvira, reina de las tinieblas (James Signorelli, 1988), Escuela de jóvenes asesinos (Michael Lehmann, 1988), Warlock, el brujo (Steve Miner, 1989) o una película que a mi siempre me trae buenos recuerdos como Transilvania 6-5000 (Rudy De Luca, 1985), se pusieron manos a la obra.
Para adaptar el libro a la gran pantalla se acudió al escritor y ex editor de la afamada revista Sight & Sound, Gavin Lambert, que había debutado como director en 1954 con la película Another Sky, labor que abandono para trabajar como asistente personal del director Nicholas Ray en Bigger Than Life (1956) y ahí le cogió el gustillo a la escritura de guiones e hizo su debut también con Ray en Amarga victoria, película bélica con Richard Burton y Curd Jürgens en su reparto, a la que seguirían, series de televisión como Expectación (1958), Lux Playhouse (1958), El millonario (1959) y On trial (1959), tras lo cual publico su primera novela “The Slide Area” y de ahí paso a trabajar en películas como La primavera romana de la señora Stone (José Quintero, 1961), ¿Quien mato a tía Roo? (Curtis Harrington, 1972) o adaptar sus propias obras al cine como sucedió con su novela “La rebelde” que fue llevada al cine por Robert Mulligan en 1965 contando en su reparto con Natalie Wood, Christopher Plummer y Robert Redford. Para ayudar a Lambert con el libreto se ficho al también guionista Lewis John Carlino, que ademas de haber participado en varias series de televisión, había escrito los guiones de películas como Un reflejo sin miedo (William A. Fraker, 1972), Fríamente... sin motivos personales (Michael Winner, 1972), Joe, el loco (Carlo Lizzani, 1974) o Los días impuros del extranjero (1976) que también fue su debut en la dirección y ambos lograron adaptar de forma brillante el libro de Joanne Greenberg y mostrar perfectamente lo duro que es el dolor emocional que padecen las personas esquizofrenicas y como esos laberintos que se crean en sus mentes, esas dobles vidas imaginarias, no son mas que una forma retorcida de huir del dolor emocional. Su buen hacer con la adaptación les valió una nominación al Oscar a mejor guion adaptado, premio que les fue arrebatado por Alvin Sargent por la película Julia de Fred Zinnemann.
El guion nos presenta a Deborah Blake, una joven que siempre ha intentado evadirse de la realidad, construyendo su propio mundo mágico llamado Yri en el que todo es perfecto y eterno. Pero la joven ha llegado al punto de confundir ficción y realidad y, por ello, ha sido ingresada en un hospital psiquiátrico. Su caso se da por perdido ante las constantes alucinaciones que sufre, pero la terapeuta que la cuida no pierde la esperanza de curarla.
Con el dinero en la cazuela y el guion terminado, los productores se decantaron por el Hungaro Peter Medak para ocupar la silla de dirección y dejar los papeles principales en manos de Charlotte Rampling y Mick Jagger, pero Medak estaba atado por contrato con la televisión para rodar la TV Movie The Rocking Horse Winner y unos capítulos de Espacio: 1999 y declino la oferta, al igual que hicieron Rampling, que tenia apalabrados los rodajes de Taxi Malva (Yves Boisset, 1977) y Orca: La ballena asesina (Michael Anderson, 1977) y Jagger, que por ese entonces andaría de juerga con los Stones. Por aquel entonces también se hablo mucho sobre Natalie Wood, amiga del guionista Gavin Lambert desde que trabajaron juntos en “La rebelde” y que estaba dispuesta a protagonizarla y producirla, pero por uno motivos u otros tampoco cuajo, así que los productores, finalmente, decidieron ofrecerle la silla de mando a Anthony Page, director que venia compaginando TV Movies como Male of the species (1969) o Los misiles de octubre (1974) con películas como Prueba inadmisible (1968) o Alpha Beta (1974), pero que mas allá de estar curtido en productos televisivos apenas tenia bagaje cinematográfico pero supo sacarle partido al guion y ejercer una gran labor en la dirección.
Para hacerse cargo de la opresiva fotografía se contrato a Bruce Logan, que venia de trabajar como director de fotografía en La celda de la violación (Michael Miller, 1976) y El perro de Satan (Albert Band, 1977) y que también había trabajado en el departamento de efectos fotográficos en 2001: Una odisea del espacio (Stanley Kubrick, 1968) y en el departamento de miniaturas y efectos ópticos en La guerra de las galaxias (George Lucas, 1977). Para encargarse de la banda sonora se ficho a Paul Chihara, que ya había colaborado con la New World Pictures en La carrera de la muerte del año 2000 (Paul Bartel, 1975) y que mas tarde se encargo de componer la música en la versión televisiva de Doctor Extraño (Philip DeGuere, 1978), de trabajar para Sidney Lumet en El príncipe de la ciudad (1981) o junto a Walter Matthaw y Robin Williams en la comedia Sufridos ciudadanos (Michael Ritchie, 1983) y que aquí crea una partitura que sin destacar especialmente, si que consigue ir al unisono de las imágenes y la trama.
Una vez descartadas las opciones de Charlotte Rampling y Natalie Wood, Harriet B. Halberg, directora de casting que había debutado un año antes en Carrie (Brian De Palma, 1976) y que compagino su labor en “Nunca te prometí un jardín de rosas” con Ruby (Curtis Harrington, 1977) y Stunts (Mark L. Lester, 1977) selecciono para el papel principal a Kathleen Quinlan, que había debutado unos años antes a las ordenes de George Lucas en American Graffiti (1973) y que tras unos años dando tumbos en televisión en series como Emergencia (1973), La mujer policía (1974), Kojak (1974) o Ironside (1974) parecía que su carrera empezaba a despegar gracias a sus intervenciones en películas como Aeropuerto 77 (Jerry Jameson, 1977), Nigtmare in blood (John Stanley, 1977) o la que nos ocupa, en la que hace un trabajazo espectacular y conmovedor de principio a fin, cosa que le valió la nominación ese año al Globo de Oro a mejor actriz, que le fue arrebatado por Jane Fonda y su papel en Julia de Zinnemann.
Para dar voz al resto de internas del hospital psiquiátrico se contrato a un variopinto y fantástico grupo de actrices entre las que estaban Susan Tyrrel, Signe Hasso, Darlene Craviotto, Sylvia Sidney o Carol Worthington; Para hacerse cargo del papel de la doctora Fried, la psiquiatra que se implica personalmente en el caso de la joven Deborah para intentar apagar esas voces que la atormentan y salvarla de su enfermiza mente, se recurrió a la guapísima Bibi Andersson, actriz que venia de trabajar con Ingmar Bergman en películas como El séptimo sello (1957), Fresas salvajes (1957), El rostro (1958) o Persona (1966) y para finalizar, destacar la presencia de Renny Santoni, el “Chico” de Harry el sucio (Don Siegel, 1971) y el “Gonzales” de Cobra (George P. Cosmatos, 1986), de un jovencisimo Dennis Quaid en el que fue su primer papel acreditado y del compositor Danny Elfman, que aquí debutaba como actor tres años antes de hacerlo como compositor de Forbidden Zone (Richard Elfman, 1980).
En definitiva, estamos ante una película muy recomendable que te va atrapando poco a poco hasta dejar una huella, por lo menos en mi, imborrable. 8/10

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