Título Original: Vigilante
Año: 1983
Duración: 90 Minutos
País: Estados Unidos
Director: William Lustig
Guión: Richard Vetere
Música: Jay Chattaway
Fotografía: James Lemmo
Reparto: Robert Forster, Fred Williamson, Richard Bright, Rutanya Alda, Woody Strode, Don Blakely, Joseph Carberry, Willie Colon, Joe Spinell.
Productora: Magnum Motion Pictures Inc.
Género: Acción / Venganzas / Drama
Sinopsis: Un ex-policía frustrado se toma la justicia por su mano en una inmensa
ciudad, por ese motivo crea un grupo de vigilantes que se dedican a
mantener la ley y el orden en las calles. Al mismo tiempo, el hijo y la
mujer de su mejor amigo Eddie Marino son atacados por una banda local en
su propia casa, acabando con la vida del pequeño.
El cine de justicieros tan prolífico
en los setenta y ochenta siempre me ha molado, así que esta Vigilante (1983)
dirigida por William Lustig, autor de entre otras las clásicas Maniac (1980),
la saga de Maniac Cop o El Experto (1995) no iba a ser menos, no está -para mí-
a la altura de la mítica El Justiciero de la Ciudad (1974) del grandioso
Charles Bronson, pero para pasar un buen rato no está nada mal, sobre todo si
la acompañas de unas birras y unos perritos calientes. Además solo por esa
caratula tan macarra merece la pena el visionado.
Eddie Marino (Robert Forster) es un abnegado padre de familia al que le gusta
disfrutar de su tiempo libre junto a su mujer Vickie (Rutanya Alda) y su hijo
pequeño. Eddie trabaja en una fábrica de acero junto a sus compañeros Nick
(Fred Williamson), Burke (Richard Bright) y Ramón (Joseph Carberry). Estos tres
hastiados del crimen en su barrio han decidido dar un paso al frente y crear
una especie de escuadrón de vigilantes para acabar con todo criminal,
traficante o maleante en general que les toque los huevos. Eddie por el
contrario es un tipo que cree en el sistema judicial, pero cierto día su mujer
tiene un altercado en una gasolinera con una pandilla de macarras ochenteros
que se visten con cazadoras de cuero con parches, cintas en la frente, boinas
revolucionarias y pendientes de plumas liderados por Rico (Willie Colon) y un
negrata hortera del que no recuerdo el nombre. Tras el altercado, Vickie vuelve
a su casa junto a su hijo y se de que la pandilla de hijos de puta la han
seguido y llama a la policía, pero estos le dicen que por una amenaza verbal no
pueden hacer nada, Vickie entonces llama a su marido al curro pero este está en
el descanso de copas con sus colegas, así que se ve sola y desamparada, la
pandilla aprovecha para entrar a su casa y emprenderla a palos con ella
cuchillo incluido y de paso asesinar a su hijo disparándole con una escopeta
recortada. Cuando Eddie vuelve a casa se encuentra con el percal, su hijo
muerto y su mujer en el hospital debatiéndose entre la vida y la muerte, pero
aun así Eddie confía en la justicia así que junto a la fiscal de Nueva York
lleva al culpable a juicio, pero este soborna a un abogado (Joe Spinell) y
junto al juez Sinclair (Vincent Beck), un hijo de su mala madre, deciden ponerle
a Rico una condena de 2 años de libertad condicional. Eddie se vuelve loco en
el juicio al oír la condena y la emprende con el juez, así que este lo manda
encarcelar por desacato. Tras unos días en prisión, durante los cuales intentan
petarle el cacas, Eddie sale libre y se dirige directamente donde están Nick y
sus colegas, al verlos solo tiene una idea en la cabeza, "¡Vamos a por
ellos!". A partir de aquí Eddie dejara de lado sus ideas sobre la justicia
y se la pasara por el forro emprendiendo una venganza personal contra todos
aquellos que le tocaron los cojones.
Bueno, para mí El Justiciero de la Ciudad siempre estará en el pódium de las películas
sobre venganzas, pero esta no le va a la zaga, pese a que en un principio pueda
parecer un subproducto -que lo es- tiene más chicha y empaque de lo que pueda
parecer para una película con alma de Serie B como esta, por un lado tenemos
una ambientación de lo más lograda, con una ciudad de Nueva York sucia, gris y
amenazadora que me conjunta a las mil maravillas con la fotografía de James
Lemmo, a esto hay que sumarle una cojonuda banda sonora a cargo de Jay
Chattaway que me ha recordado mucho a las que solía hacer John Carpenter y que hará
las delicias de los acérrimos al New Retro Wave. Quizás lo único que me ha
fallado en el guion ha sido la reacción del personaje de Robert Forster con
todo el asunto de la muerte de su hijo, me ha parecido demasiado frio y rápido
todo el desarrollo, por lo demás, una peli bastante entretenida, con un Robert
Forster apocado y con cara de perrillo apaleado y un escuadrón de vigilantes
comandados por un imponente Fred Williamson a lomos de una furgona al más puro
estilo del Equipo A que no veas como mola y como bola extra unos diálogos muy
macarras -Ojo al speech de Williamson al inicio- y cargados de tacos y
bravuconadas, tenemos Hijos de puta, cabrones, zorras para dar y vender. La
peli, pese a ser de venganzas no tiene mucha acción, pero está bastante bien
dosificada y tiene momentos de autentica violencia con disparos a bocajarro y
sangre por doquier. Como curiosidad decir que aparece en un pequeño papel el
grandioso Steve James, para mí toda una leyenda del videoclub desde que hizo
del mítico Curtis Jackson en El Guerrero Americano (1985) y del segundo de
Chuck Norris en Delta Force (1986). En definitiva, una película entretenida,
muy macarra y con mas cositas de las que podría parecer. No te cambiara la
vida, pero si te molan las venganzas cinéfilas dale un vistazo.
6.5 / 10
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