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sábado, 16 de julio de 2016

Vigilante (1983)


Título Original: Vigilante
Año: 1983
Duración: 90 Minutos
País: Estados Unidos
Director: William Lustig
Guión: Richard Vetere
Música: Jay Chattaway
Fotografía: James Lemmo
Reparto: Robert Forster, Fred Williamson, Richard Bright, Rutanya Alda, Woody Strode, Don Blakely, Joseph Carberry, Willie Colon, Joe Spinell.
Productora: Magnum Motion Pictures Inc.
Género: Acción / Venganzas / Drama
Sinopsis: Un ex-policía frustrado se toma la justicia por su mano en una inmensa ciudad, por ese motivo crea un grupo de vigilantes que se dedican a mantener la ley y el orden en las calles. Al mismo tiempo, el hijo y la mujer de su mejor amigo Eddie Marino son atacados por una banda local en su propia casa, acabando con la vida del pequeño.

El cine de justicieros tan prolífico en los setenta y ochenta siempre me ha molado, así que esta Vigilante (1983) dirigida por William Lustig, autor de entre otras las clásicas Maniac (1980), la saga de Maniac Cop o El Experto (1995) no iba a ser menos, no está -para mí- a la altura de la mítica El Justiciero de la Ciudad (1974) del grandioso Charles Bronson, pero para pasar un buen rato no está nada mal, sobre todo si la acompañas de unas birras y unos perritos calientes. Además solo por esa caratula tan macarra merece la pena el visionado.
Eddie Marino (Robert Forster) es un abnegado padre de familia al que le gusta disfrutar de su tiempo libre junto a su mujer Vickie (Rutanya Alda) y su hijo pequeño. Eddie trabaja en una fábrica de acero junto a sus compañeros Nick (Fred Williamson), Burke (Richard Bright) y Ramón (Joseph Carberry). Estos tres hastiados del crimen en su barrio han decidido dar un paso al frente y crear una especie de escuadrón de vigilantes para acabar con todo criminal, traficante o maleante en general que les toque los huevos. Eddie por el contrario es un tipo que cree en el sistema judicial, pero cierto día su mujer tiene un altercado en una gasolinera con una pandilla de macarras ochenteros que se visten con cazadoras de cuero con parches, cintas en la frente, boinas revolucionarias y pendientes de plumas liderados por Rico (Willie Colon) y un negrata hortera del que no recuerdo el nombre. Tras el altercado, Vickie vuelve a su casa junto a su hijo y se de que la pandilla de hijos de puta la han seguido y llama a la policía, pero estos le dicen que por una amenaza verbal no pueden hacer nada, Vickie entonces llama a su marido al curro pero este está en el descanso de copas con sus colegas, así que se ve sola y desamparada, la pandilla aprovecha para entrar a su casa y emprenderla a palos con ella cuchillo incluido y de paso asesinar a su hijo disparándole con una escopeta recortada. Cuando Eddie vuelve a casa se encuentra con el percal, su hijo muerto y su mujer en el hospital debatiéndose entre la vida y la muerte, pero aun así Eddie confía en la justicia así que junto a la fiscal de Nueva York lleva al culpable a juicio, pero este soborna a un abogado (Joe Spinell) y junto al juez Sinclair (Vincent Beck), un hijo de su mala madre, deciden ponerle a Rico una condena de 2 años de libertad condicional. Eddie se vuelve loco en el juicio al oír la condena y la emprende con el juez, así que este lo manda encarcelar por desacato. Tras unos días en prisión, durante los cuales intentan petarle el cacas, Eddie sale libre y se dirige directamente donde están Nick y sus colegas, al verlos solo tiene una idea en la cabeza, "¡Vamos a por ellos!". A partir de aquí Eddie dejara de lado sus ideas sobre la justicia y se la pasara por el forro emprendiendo una venganza personal contra todos aquellos que le tocaron los cojones.
Bueno, para mí El Justiciero de la Ciudad siempre estará en el pódium de las películas sobre venganzas, pero esta no le va a la zaga, pese a que en un principio pueda parecer un subproducto -que lo es- tiene más chicha y empaque de lo que pueda parecer para una película con alma de Serie B como esta, por un lado tenemos una ambientación de lo más lograda, con una ciudad de Nueva York sucia, gris y amenazadora que me conjunta a las mil maravillas con la fotografía de James Lemmo, a esto hay que sumarle una cojonuda banda sonora a cargo de Jay Chattaway que me ha recordado mucho a las que solía hacer John Carpenter y que hará las delicias de los acérrimos al New Retro Wave. Quizás lo único que me ha fallado en el guion ha sido la reacción del personaje de Robert Forster con todo el asunto de la muerte de su hijo, me ha parecido demasiado frio y rápido todo el desarrollo, por lo demás, una peli bastante entretenida, con un Robert Forster apocado y con cara de perrillo apaleado y un escuadrón de vigilantes comandados por un imponente Fred Williamson a lomos de una furgona al más puro estilo del Equipo A que no veas como mola y como bola extra unos diálogos muy macarras -Ojo al speech de Williamson al inicio- y cargados de tacos y bravuconadas, tenemos Hijos de puta, cabrones, zorras para dar y vender. La peli, pese a ser de venganzas no tiene mucha acción, pero está bastante bien dosificada y tiene momentos de autentica violencia con disparos a bocajarro y sangre por doquier. Como curiosidad decir que aparece en un pequeño papel el grandioso Steve James, para mí toda una leyenda del videoclub desde que hizo del mítico Curtis Jackson en El Guerrero Americano (1985) y del segundo de Chuck Norris en Delta Force (1986). En definitiva, una película entretenida, muy macarra y con mas cositas de las que podría parecer. No te cambiara la vida, pero si te molan las venganzas cinéfilas dale un vistazo.

6.5 / 10 

 

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